(Un libro más de Rodac Ziluben Tucmanaho)
Capítulo 1
Se han realizado muchos estudios, muchos
documentales, comparaciones, ensayos, y teorías con respecto a esa magnitud tan
peculiar como es el tiempo. Se ha especulado en cuanto a cual sea su
naturaleza, y si hubiera una manera o posibilidad de burlarle, con seguridad
que el hombre, infructuosamente, ya la ha intentado. Además se ha elucubrado
imaginariamente en sus ámbitos cósmicos, prehistóricos e históricos a fin de
comprenderlo desde una perspectiva humana, resultando proporcionalmente
imposible.
Se ha intentado averiguar la edad de la
Tierra, del universo y del hombre, y aunque se lo ha publicado en grandes
enciclopedias, y se lo ha trasladado puntillosamente a hermosos documentales,
los hombres de ciencia olvidan aclarar que son todas simples teorías sin
comprobar fehacientemente. Lo cierto es que el único tiempo relacionado a
nosotros, que nos resulta verdaderamente significativo es el breve y fugaz
tiempo de nuestra vida. Sin importar lo que diga la ciencia, desde lo histórico
o lo astronómico, los pocos años que vivimos es la única medida inteligible de
tiempo de que disponemos. Respeta ese tiempo.
El tiempo es la medida de lo que vivimos, y
para un hombre no existe más tiempo que ese, es el margen estrecho desde el
cual puede intentar, pero solo intentar entender a los demás conceptos del
tiempo. Desde esa celda estrecha tenemos que intentar comprender lo que no es
celda, lo que no es ayer, ni mañana, ni hoy, simplemente es tiempo. El
conocimiento del tiempo no nos llega gratuitamente, no lo aprendemos en la
escuela, es un concepto que lo armamos en casa, a través de la experiencia, y a
medida que lo armamos vivimos dentro de él. Es como aprender a pilotar un avión
volando dentro de él, con todos los riesgos que implica.
Es un concepto que se socializa a través de
las otras personas que reconocemos, las cuales irrumpen en nuestra vida, desde
nuestros hermanos hasta el almacenero. Es un concepto intuitivo, es decir, que
no contamos con elementos intelectuales para definirlos pero eso no evita que
podamos vivenciarlos. Encontramos esa dificultad cuando se nos pregunta que
cosa es el tiempo y que cosa es el espacio, y encontramos esa realidad de que
no podemos enunciar una definición plena y comprensible de ninguna de las dos,
aunque estemos dentro de ello cotidianamente.
De manera que el concepto del tiempo es
vivencial, conocemos el tiempo viviente, intuitivo y personal, no hay otro
tiempo que podamos conocer directamente. En la escuela, con la educación
primaria, secundaria y universitaria, se nos refina con los conceptos de tiempo
referencial, según códigos que podemos interpretar, se cuantifica este
concepto, como una magnitud entre otras tantas, pero, por el respeto y
consideración que luego le proporcionamos, podemos deducir que lo comprendemos
mal e imperfectamente.
Al considerar coordinadamente el tiempo y
el espacio vemos que ambos conceptos o ideas se complementan una a la otra, es
decir que una hace comprensible a la otra y viceversa, hasta el punto que
podemos decir, que no hay lugar donde no transcurra el tiempo, ni un tiempo que
pueda transcurrir donde no hay espacio. En el punto donde se cruzan nuestro
espacio y nuestro tiempo, allí es donde existimos, es el punto aquí/ahora donde
nos encontramos, donde nos sentimos vivir normalmente, sin importar lo que diga
la historia, la ciencia, o la religión, y aun cuando nos demos cuenta o no.
Hay un cruce entre el tiempo y el espacio
que llamamos ahora, en el cual nosotros existimos y somos, el aquí donde ahora
estamos, el presente, que en realidad es lo único que tenemos. No se piense que
estoy negando otras importantes realidades humanas, todo lo contrario, lo que
digo es que, solo el tiempo vivido, para cada uno es real, el otro es tiempo
calculado, aprendido; el tiempo vivencial, con el espacio y el tiempo
experimentado propio es el que transcurre desde nuestro nacimiento y termina
con nuestra muerte.
Ese tiempo esencial y único es el que
normalmente, menos se respeta. Respeta mi tiempo.
Capítulo 2
No se nos regala. No es un regalo, armamos
trabajosamente la noción del tiempo mientras lo vamos gastando, con juegos,
ritmos, música y muchas voces y ayuda y entrenamiento de nuestros padres,
maestros y gente alrededor, a través del
calendario, los onomásticos y los señalados socialmente como días para tal y
cual cosa.
Ya nos ha sorprendido el mundo con el
devenir del día y de la noche, el uno con su sol, y la otra con la luna, que en
la infancia generan tal vez las primeras preguntas importantes de nuestra
inteligencia, pero todas esas cosas las vivimos, las aprendemos mientras a
nuestro propio tiempo lo vamos gastando, ya llevamos gastando el tiempo del
aprendizaje, o sea que no es fácil ni barato.
El tiempo teórico que nos enseñan en la
escuela, aquél, abstracto de los problemas de matemáticas, que juntamos con el
de la historia y el de las edades comparadas, es armado con esquemas personales
de espacio/tiempo que resultan diferentes para cada ser humano, para cada
familia, comunidad, pueblo o nación, es tan diferente como lo es una u otra
cultura o civilización, o como es diferente el idioma de unos y otros, o por
ejemplo, su religión.
Armamos desde la niñez el rompecabezas de
enlazar con nuestro tiempo y espacio, el de los demás, el tiempo social,
aprendemos a convivir con muchas clases de personas y seres, pero básicamente
es importante, en el aspecto humano, el cómo nos relacionamos con tres clases o
grupos de personas: con las que fueron y que ya no están, con las que están
actualmente con nosotros, y los que aún no son, pero que alguna vez serán, en
el futuro.
Un tiempo misterioso y llenador de
fantasías es para el niño, el tiempo que pasa cuando no nos damos cuenta, por
ejemplo, cuando estamos dormidos, o el tiempo de los cuentos, tanto o más
intensamente que el de la ciencia ficción, que es el cuento contado a la manera
de nuestra época.
Un tiempo muy estimulante e incentivador es
el de la historia familiar, la vida de papá y mamá, es un tiempo histórico,
maravilloso y relevante, porque allí palpita el nuestro, tal como la historia
de los abuelos, los tatarabuelos y los ascendientes familiares, con sus gestas
y esfuerzos legendarios, sus fracasos y sus éxitos nunca exentos de la nobleza
que aporta el amor familiar y el recuerdo.
No puedo volver al ayer, pero lo puedo
recordar, si la vida familiar es mi único y verdadero pasado, nunca querré
olvidarlo, y siempre me impulsará más allá de lo que cualquier otra cosa haría. El tiempo verdadero del ser humano, es
ahora, la única medida verdadera del tiempo que nos es dado entender, es el de
nuestra vida, ningún otro tiempo se puede comprender si no lo enlazamos con
este, y al mismo lo aprendemos gastándolo, a veces derrochándolo, porque no es posible
hacerlo de otra manera. Eso no lo hace menos, sino más valioso. Respeta tu
tiempo.
Capítulo 3
Vivimos en un tiempo histórico,
espectacular, extraordinario, prodigioso, no solo por lo que acontece, sino por
lo que acontecerá, hay un diluvio de conocimiento y de información, el cual,
como expongo en otro libro, es el oro de la mente, es su mejor riqueza posible.
Nunca antes, hasta donde yo sé, los seres humanos han podido informarse, y
aprender tanto y tan rápido como ahora, y por tantos medios a su disposición:
diarios, revistas y libros, películas, documentales, sistemas multimedia,
cursos, la interactuación que propone la web, con sus muchas direcciones y
sitios posibles.
Pero, esta información y conocimiento de
toda clase aparece con una velocidad y vertiginosidad que una persona
difícilmente pueda manejar u ordenar, es imposible para una persona catalogarlo
todo, cuanto menos aprenderlo, el solo seleccionar lo que uno necesita, ya es
difícil, de entre tanto que hay disponible, pero, ahí vamos, que no es posible
eludir el hacerlo, es cuando se descubre que, poseer a la mano toda la
información no es lo mismo que comodidad o libertad.
En realidad, sin importar el progreso de la
ciencia, el aumento del conocimiento, el espeluznante tránsito de la
información, sin obviar la globalización de los lugares en el mundo, vía redes,
medios de comunicación y transporte, el tiempo igual nos tiene como sus
prisioneros y no nos libera, estamos acotados en el punto de confluencia de
nuestro espacio y nuestro tiempo, y en ese cruce preciso es donde vivimos,
donde sentimos vivir, es el aquí y ahora en el que nuestra conciencia nos dice
que estamos, que somos, es nuestra celda o casilla individual que habitamos.
Aunque hemos aprendido a enunciar la
velocidad de la luz, y por medio de ella, la distancia de una estrella a otra,
y la de las galaxias entre sí, y comprensivamente, hasta cierto punto, la
distancia de nuestro propio sistema solar, a los planetas vecinos, todo esto es
ajeno a nuestro tiempo, aunque aparentemente hemos comprendido las edades de la
historia, la prehistoria, hasta ahora, a pesar de los monumentos, documentos,
restos, ruinas, y demás cosas materiales del pasado, con sus paradojas y sus
curiosidades, aunque se haya acotado el mundo con satélites que reconocen y
ubican cada lugar en un comprensible mapa, y estamos acostumbrándonos a ver las
imágenes de cualquier parte del mundo en forma actual e instantánea, aun así, a
pesar de ello, nosotros solo podemos catalogarlo desde el concepto del breve
lapso de vida que poseemos, desde esa pequeña experiencia que abarca nuestro
ahora.
El tiempo, hasta donde sabemos, es nuestro
más riguroso carcelero, nunca le abrió la puerta a sus cautivos ni a sus
presos, desde que nacemos, le pone llave y grilletes a nuestra existencia, y
ese cerrojo inmutable no cambia, en todos nuestros días, sin importar lo que
hagamos, pensemos o seamos, hasta nuestra muerte, y, quien sabe, quizá más allá
también.
Pero no desesperemos, tiempo al tiempo,
decía mi madre, la finalidad de este libro es que aprendamos ciertas
características del tiempo humano, que, por contemplar esos otros tiempos o
temporalidades que nos exceden, los cuales, si los miramos de nuevo, veremos
que son valiosos y estratégicos para darle al tiempo de nuestra vida el gran
valor que realmente tiene. Serán, tal vez, para cada uno, una gran revelación.
Respeta tu tiempo.
Capítulo 4
Si solo sucediera que el tiempo nos tiene
cautivos y no nos libera, como si eso fuera poco, con respecto al tiempo del
hombre, el tiempo humano, el tiempo de nuestras vidas, vemos que se dan
determinadas paradojas inexplicables, tal vez injustificables, diría yo, por
ejemplo, que cuidamos y respetamos el dinero, las cosas y los bienes, pero
desperdiciamos y echamos a perder nuestro tiempo, que es lo único que tenemos
para disfrutar aquellas cosas, que, si se pierden, se recuperan, pero. ¿Cómo
recuperar el tiempo?
El tiempo es la medida de nuestra vida, la
cual es un bien reconocido e importante, la protegemos, la aseguramos económica
y legalmente, investigamos cada deceso para certificar la razón que lo ha
producido, pero no respetamos el tiempo del cual está formada la vida, forma
parte de nuestra vida, pero no son castigados los que provocan su pérdida o
desperdicio.
Porque la vida está formada por días, por horas, por minutos y por
segundos que cuando se pierden inútilmente no se recuperan, y que, casi por
cualquier motivo, instituciones, empresas, personas, y a veces el mismo estado,
no respetan y permiten que se desperdicien inútilmente, a través de largas
colas, postergaciones, y tramitaciones burocráticas, procesos judiciales
interminables, perdidas en tiempo que no se pueden recuperar, partes de nuestra
vida que son “matadas” impunemente.
De manera que podemos decir que estamos
tecnológicamente en el siglo XXI, pero, en cuanto a respetar el tiempo de las
personas, estamos recién saliendo de la edad de piedra. Respetemos el tiempo,
que es la magnitud de la que está formada nuestra vida.
Si perdemos dinero o bienes de nuestra
propiedad, quiero creer que se nos ponen los pelos de punta, sin embargo, estas
son cosas recuperables. Pero muchas veces un novio, o una novia, un jefe de
oficina, un empleado administrativo, un chofer impuntual, nos hacen perder
tiempo gratuita e impunemente, y en muchos casos, se lo toma como un chiste, y
si nos quejamos, creen que estamos de broma.
Todavía falta una legislación que nos
proteja de que otros nos perjudiquen haciéndonos perder el tiempo, que no se
recupera, insisto, haciendo que los causantes de estas pérdidas las retribuyan
o compensen de alguna manera, pagando además, multas e indemnizaciones.
El tiempo de las personas no es como el
tiempo del sol y de las estrellas, ni siquiera como el tiempo histórico que
estudiamos, es personal, es valioso, es limitado, es escaso, es útil,
necesario, tanto como el aire y el alimento, es nuestra vida, es el material
del cual está hecha nuestra vida y existencia, no es un juguete para la
incultura de funcionarios o políticos de turno que deben atender al público.
Respeta mi tiempo.
Capítulo 5
El tiempo humano, el tuyo el mío, tiene
diversas cualidades que miradas con pesimismo, nos asustan, pero, miradas con
optimismo, lo hacen el doble de valioso de lo que parece. Debemos entender que
el tiempo es la magnitud de la vida de la gente, y que al hacer que lo pierdan
o desperdicien, sin su decisión y voluntad, estamos matando minutos y horas de
vida que son irrecuperables, y hasta ahora, que yo sepa, esto se hace
impunemente, porque no es como el tiempo cósmico, histórico o teórico, el cual
es intocable, y no está al alcance de nuestra voluntad el modificarlo en el
modo que sea, el tiempo del hombre es distinto, es cercano, es sensible, es
intersubjetivamente actuable, y, muy fácil de modificar. Por eso, respeta mi
tiempo.
En primer lugar, el tiempo de la vida es irretroactivo, no vuelve atrás,
no retrocede, nunca ha pasado, documentada fehacientemente, que el tiempo
humano vuelva atrás, el tiempo humano precluye
por sí mismo y en sí mismo, tanto así, que para lo que no se hace ahora, ese
ahora, no vuelve más.
Por cierto que esta cualidad del tiempo
humano, como todo lo humano, ha dado pié a toda clase de películas y obras de
ficción, incluidos vídeos y pseudo –
documentales que aparentan científicamente hablar del tiempo, de la
posibilidad de viajar en el tiempo, volviendo al pasado, o yendo al futuro,
cosa que no es otra cosa que ficción de la más recalcitrante e infantil,
dirigida más a entretener que a informar.
El viaje en el tiempo, no existe, el tiempo
paralelo si, es claro, es el tiempo de los que están caminando cerca de mí, coexistiendo al mismo tiempo en
el mundo, si ya nos queremos inmiscuir en las dimensiones misteriosas de lo que
no podemos corroborar y probar humanamente, los que hablan de dimensiones y
espacios paralelos, deben aclarar que lo hacen desde el mundo de la fantasía,
del cuento, y de la creatividad literaria, si se lo quiere llevar al terreno
científico, es ya pura charlatanería, aunque le hagan el honor algunos
incautos.
El tiempo humano es presente, el pasado es
pasado y ya no es, el futuro, todavía no existe, recuérdalo, el presente es lo
único que tenemos: respeta ese tiempo.
Capítulo 6
El tiempo humano tiene como límite, la
muerte. No he dicho nada novedoso ni temible, solo una verdad inevitable, y tal
vez, ese es el problema, pues no tiene remedio. Enriquecerse a costa de los que
pretenden desesperadamente ganarle a la vida o más bien a la muerte, no sé si
es mejor decir que esto es más bien como aceptar que estamos muertos,
prematuramente, mucho antes que deje de latir nuestro corazón.
Aquí aparecen de nuevo las películas, los
documentales, las obras de teatro, las religiones, sobre todo, con el tema de
la inmortalidad, tema del cual todos los que escriben y crean, “tocan de oído”
ya que ninguno de ellos tiene el don de la inmortalidad. También la ciencia por
medio de la medicina y la alimentación tratan de mejorar la salud humana y
extender su tiempo, cuyo parangón es vivir hasta la mayor edad posible, y en
las mejores condiciones, es decir, lo más cerca que se pueda a la inmortalidad.
Y no podemos decir poco menos de la
religión (ese negocio), la cual se interesa en la inmortalidad del alma, trata
de asegurar cada una con sus respectivos dogmas y rituales, donde la creencia
no se postra ante las evidencias físicas, lo que en lugar de ser su punto
débil, como muchos pensarían, es su fortaleza.
Ahí está la muerte en el camino de todos
los hombres, el pesimista temerá, temblará ante tal destino, el optimista dará
cuenta de la mayor cantidad de días y de
horas que la existencia ponga a su disposición, algunos otros se marearán de
humo, alcohol y/o cualquier otra cosa que encubra, cubra o disfrace este desenlace
inevitable de la muerte.
Realmente no sabemos que sucede luego de la
muerte, creer que sabemos algo sobre
esto solo depende de la fe y la creencia
que uno tenga, y sin embargo, lo que pensamos respecto de este ineludible
suceso, es lo que le dará sentido a nuestra vida… o no.
Así que la vida nos cerca con ese límite
final, lo cual nos ha hecho olvidar el límite inicial, nuestro nacimiento, el
cual también involuntaria, para nosotros nos ha acontecido. O sea nuestro tiempo
es limitado, acotado, finito. Respeta tu tiempo.
Capítulo 7
En tercer lugar, el tiempo humano es individual, único, solitario, tu
tiempo es individual y no puedes compartirlo con otro, no puedes prestarlo, no
puedes transferirlo, puede haber una existencia simultánea o paralela, pero no
será la misma, el tiempo y su conciencia, es individual, no es colectivo, solo
desde mi tiempo, puedo entender el tuyo, pero solo entenderlo, no vivirlo.
Tu conciencia te hará propietario de una
visión del mundo: única,
intransferible y tuya, no importa que estés muy unido a una persona, él
solo puede vivir su vida y tú la tuya. Adentro de nuestro mundo interior
vivimos una solitaria sensación de estar expósitos ante la nada, desde el
balcón de nuestro tiempo echamos una mirada a un mundo que es solo nuestro,
atisbamos un poco del mundo de los demás, pero no desde sus ojos, …no es la
misma mirada, ni la misma existencia, nuestro
tiempo es propio, individual e intransferible.
Podemos acompañar a algunos en los mismos
actos u ocasiones, convivir juntos en casi todo con algunas personas o persona,
pero no podemos vivir su tiempo, cada uno vive el suyo, cada uno su propio
dolor, pena y vicisitud, podemos
estar en el mismo lugar, momento y situación, pero cada uno vive un tiempo
propio y diferente.
El tiempo es individual y es único para
cada uno, y ambas cosas significan cosas distintas, todo se puede compartir en
lo social, en lo familiar en la comunidad, pero no el tiempo, como tampoco la
identidad, que es su característica, en tu tiempo interior siempre serás el
único que lo protagoniza, y en ese protagonismo interior estarás siempre solo. Si
en la soledad de tu mente aparecen otras voces o presencias, tienes un problema
patológico, busca ayuda médica o sicológica, lo normal de la persona es que en
tu interioridad, solo aparezca una voz y un pensamiento, el tuyo.
La individualidad del tiempo no ha dejado
de ser un tema de literatura y de ficción, aunque requiere una mayor
elaboración o comprensión de la psicología humana, el tema de las amnesias, las
locuras y la doble personalidad, en las novelas o películas son apasionantes,
aunque psicológica y medicamente aún no son temas culminados.
Dentro de mí tiempo existencial, donde vivo
yo solo y mi pensamiento, aparecen mi conciencia y mi forma de ser, mi
personalidad, que están dentro de mi sin ocupar lugar, a través de ellos
percibo el modo en que siento pienso y actúo, en esto me percibo íntimamente y
no hay nadie conmigo, estoy yo y nadie más.
Es mi bagaje interior, mis ideas, mis
conclusiones, mis meditaciones, mis recuerdos, mis sentimientos, mis emociones,
allí, aunque esté solo siento que soy, que estoy, es mi vida, y el tiempo es su
medida, cada instante, segundo y momento es un pedacito de mi vida.
Mi interioridad puede tener límites, pero
yo no los siento, mi universo interior es infinito, y mi tiempo visto desde
adentro, es eterno, el tiempo es uno y el universo también es uno y los dos se
juntan en este instante, ahora. El instante presente es finito y único, y la
única propiedad que tiene es que transcurre.
¿Qué quiere decir que dentro de mi universo
y tiempo interior me siento eterno y
omnipresente? Quiere decir que de todos los tiempos y espacios que allí
poseo soy dueño y puedo hacerlos presentes cuando quiera, incluso a todos
juntos al mismo tiempo. En mi universo interior soy como Dios.
El tema de la eternidad, es muy complejo y
lo estudio en otra obra, y es un tema que demuestra lo poco que aun sabemos, de
lo que sea que hablemos. ¿Qué pasaría si una persona pudiera hacer presentes
ya, ahora, todos los instantes de su vida y todos los lugares donde esos
instantes han transcurrido, simultáneamente en un solo momento?
Sucedería que tendría todas las cosas que
ha vivido, sentido y pensado en un solo instante, se sentiría eterno, inmortal,
dueño de toda su vida, eternamente, pero esa eternidad duraría un instante. Decimos
que Dios puede estar omnipresente en todos los momentos y en todos los lugares
al mismo tiempo, pero toda esa eternidad puede y debe durar solo un instante
para que sea cierto, o sea ya. Pero si ese instante es ya, entonces ya paso, y
la eternidad se fue. Dios no puede estar
en esa dimensionalidad donde el tiempo dura y pasa. La pregunta es ¿en
qué clase de tiempo está?
Estos temas nos demuestran que aún no
sabemos ni el uno por ciento de todo lo que podemos saber, insisto, la
eternidad consiste en poseer todos los tiempos y todos los espacios al mismo
tiempo, y aunque esa posesión dure un instante, no puede dejar de ser
eternidad, o sea que la eternidad puede durar un momento y sin embargo, aun
así, ser eterna. Tu tiempo personal, individual y único, esconde en sí mismo
una eternidad, esto no lo sabías, pero es así, respeta tu tiempo.
Capítulo 8
En cuanto lugar, la vida dura un instante,
en ese instante ocupa un solo y único lugar. Es una faceta de la vida humana
que a la mayoría de las personas se les pasa por alto, y por eso, las
sorprende, no se han percatado de ello, y en contra de todo lo que habían
supuesto, la evidencia misma nos demuestra que todos vivimos un instante, nadie puede vivir más de un instante a
la vez, todo el resto de las connotaciones, emociones, sentimientos,
los crea la memoria de cada uno, porque nada ni nadie existe en esta realidad
de la existencia más de un instante a la vez, el instante anterior ya pasó, no
existe más, y el siguiente aún no es, no existe.
Veamos cómo es esto: todos sabemos
racionalmente que existe el pasado, el presente y el futuro. Pero nosotros solo
vivimos realmente el momento o instante presente, el momento pasado, ya murió,
es una parte de la vida, en este caso, de nuestra vida que ya no volverá, el
hecho de que parezca quedar retenido es un efecto de la memoria, pero es
irrecuperable, inmodificable y no existe más.
El instante que viene, luego del presente,
no es aún, es decir que no existe, no está en ninguna parte, es futuro y el
futuro todavía no es. Y “no es” quiere decir
que no existe. Lo único que realmente existe y poseemos es el instante
presente y no tenemos nada más. Dame un presente y me das todo, pero un pasado
y un futuro, sin presente es nada, y ese presente no dura nada más que un
instante.
Veamos como el presente dura solo un
instante, esto por darle, en realidad una medida inteligible, o sea, que se
pueda entender. ¿Qué es el instante? Es un punto, es el punto de confluencia
del espacio y el tiempo en el cual nosotros existimos, es una bidimensionalidad
que puede representarse, con una representación de coordenadas de dos
variables, donde una representa el tiempo y la otra el espacio.
En esa coordenada, el momento presente es
un punto, que tiene dos medidas, un tiempo y un lugar, es cierto que puede
representarse con una línea toda la sucesión de momentos o instantes que hemos
recorrido, pero el único válido, es el presente. La existencia es ese puntito
donde confluye nuestro tiempo y nuestro espacio.
Esto es difícil de percibir porque la
memoria nos enlaza los momentos y nos da una ilusión de simultaneidad y de
continuos que es solo aparente, porque en realidad, solo podemos vivir nuestra
vida, instante por instante, momento por momento. No importa que vivamos un
año, o cien o mil, nadie puede vivir su tiempo de otro modo que no sea momento
por momento e instante por instante.
Nadie jamás, que yo sepa, al menos, ha
vivido más de un instante o un momento a la vez, ni el más rico y poderoso de
los hombres o mujeres, ni el más humilde y pequeño ser humano y en esto, la
vida nos iguala a todos, todos vivimos un momento a la vez. Para dar un ejemplo
que les sirva a todos, comparemos por un momento la vida con el dinero, aunque
éste es mucho menos valioso, es como si, aunque tuviéramos millones y millones
de pesos o dólares, solo se nos permitiera gastarlo centavo por centavo.
Nunca jamás nadie vivió dos momentos al
mismo tiempo, es imposible, tanto para el más rico, como para el más pobre,
tanto para el más bueno, como para el más malo. Respeta tu tiempo.
Capítulo 9
Pensemos por un momento, solo por un momento, que pasaría si
alguien no muriera, si, por el motivo que fuera alguno burlara ese fatídico
requisito de morir y se largara a vivir para siempre, para empezar, ningún otro
hombre podría corroborarlo, ni ser testigo de esa cualidad, debido a que todos
los demás, somos mortales, así que si hay algún hombre inmortal, y puede
haberlo, puede pasar totalmente ignorado por todos los demás y nunca jamás los
que son mortales podrían enterarse, ni aun cuando ellos lo confesasen,
seguramente no le creeríamos.
Continuando con este pensamiento, vemos que
la vida humana, además de ser finita, no solo por el límite de la muerte, sino
también del nacimiento, tiene otras cuatro cualidades más, a saber: es irreversible, es única, es individual, y dura
tan solo un instante, cada momento es único e irrepetible, vemos que de
todas las características de la vida humana, la mortalidad es solo una.
El hombre que viviera para siempre,
seguiría viviendo un tiempo irrepetible e instantáneo, con un pasado muerto
detrás y un futuro aún inexistente por delante, igual que cualquiera de
nosotros, su tiempo seguiría siendo único propio, intransferible, con un
universo interior imposible de compartir con los demás, y todavía más penoso si
cotejamos que no tendría a nadie de su edad con quien cotejar su inmortalidad,
no tendría referente para su situación.
Otra cosa más, no importa los miles de años
que viviera, solo podría vivirlo instante por instante y momento por momento,
como cualquiera de nosotros, repito que
nadie puede vivir más de un instante cada vez, y eso, nos iguala a
todos, más aún que la muerte, desde que nacemos. En ese sentido el tiempo es un
carcelero implacable.
La única posición concreta de verdadera
inmortalidad o eternidad estaría en que alguien pudiera hacer presentes todos
los momentos que ha vivido y vivirá al mismo tiempo y estar presente en todos
los lugares donde transcurrieron esos momentos todo eso al mismo tiempo, en ese
momento tendría la sensación de poseer todos los momentos y los lugares de su
vida dentro de sí mismo en un ya, ahora, hoy, sentiría que es eterno, y sin
embargo para que sea un presente, un ya, tendría que ser una eternidad, pero
duraría un instante.
Esto es eternidad e inmortalidad, y aunque
pueda durar un instante no deja de serlo, por lo que el tiempo humano es mucho
más complejo de lo que pensamos, cuando decimos omnipresente, queremos decir en
todos los lugares, en todo tiempo, pero todo eso metido en la única medida que
podemos y disponemos, la cual es el instante, ya.
Estamos
navegando por mares más profundos de lo que pensábamos, ¿no es verdad? Si
queremos hablar de algo con el tiempo, más que una inmortalidad, deberíamos
desear de él una plenitud, un tiempo infinito, repetible, reversible,
compartible, comunicable y multi-instantáneo o sea multidimensional, y para
todo eso no hace falta ser inmortal.
Las cualidades azarosas del tiempo humano
no le quitan valor sino todo lo contrario, lo hacen mucho más valioso, tanto al
tiempo propio y solitario, como al que podemos construir trabajosamente en la
convivencia cotidiana, el tiempo familiar, social y comunitario, es un invento
humano, un monumento humano, digno de elogio y de admiración, que nunca me
cansaré de contemplar, porque se fabrica heroicamente desde la soledad, las
limitaciones de cada ser humano, con el breve pulso de un instante. Es como si
talláramos una estatua en el aire mientras estamos colgados precariamente de un
hilito en un precipicio. Admirable.
Capítulo 10
Todo esto puede cambiar o no a una persona,
puede hacerla pensar lo que ya es bastante obvio, que el tiempo humano es para
nosotros más importante que todos los otros que podamos elucubrar o concebir,
ya sea el tiempo histórico, el tiempo cósmico, el tiempo pasado o el futuro,
porque al fin lo único que tenemos en nuestras manos es el nuestro y su momento
presente.
Podemos tener una actitud pesimista, como
lo hacen muchos y lamentar por esta existencia tan precaria y tan pobre.
Algunos pesimistas lo tomarán como una excusa para aturdirse de banalidades
placeres y oropeles temporales, y aquí hace su aparición el egoísmo y su
patria, que es ese mundo que se especializa en sacar dinero y beneficios de los
egoístas que solo piensa en sí mismos en su riguroso e inevitable camino a la
muerte.
La otra actitud posible, es la optimista,
desde la cual debemos pensar que todas las cualidades del tiempo personal y
humano, cada una lo hace una, dos, tres, y hasta cinco veces más valioso de lo
que parece, y que si esto es así, no
vale la pena fracasar en vivir, fracasar en vivir sería una cobardía,
una bajeza.
La vida humana es muy valiosa para mí, pero
no en su totalidad solamente, sino minuto a minuto, en cada uno de sus momentos
y estos son los que deben ser respetados, es la oportunidad que tiene cada uno
de nosotros para armar el mejor “yo soy” irrepetible y único del universo, y me
parece casi inconcebible que cualquier ente o institución tenga o se arrogue el
derecho de hacerme desperdiciar inútilmente ni siquiera uno solo de los
instantes de mi vida.
No cabe duda de que hace falta una
legislación que proteja y obligue a las instituciones o entes a evitar esta
situación, a respetar rigurosamente la vida y su tiempo. Sin duda llegará en el
tiempo histórico el recuerdo de estas épocas salvajes y primitivas donde el
dinero vale más que el tiempo. (Rodac – Versión nueva del 04/07/2020)
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