(Un libro de Rodac Ziluben Tucmanaho)
Capítulo Primero: Una introducción.
He leído varios libros de los que son
llamados de autoayuda o de autosuperación que toman como tópico el tema del
éxito, y sobre ellos tengo una mirada crítica, que es lo que, entre otros
motivos, me ha llevado a escribir este libro.
En primer lugar he notado una avidez casi
morbosa por presentar el tema del éxito como un poder o facultad casi
esotérica, como si el tema del éxito fuera una cosa misteriosa o mística, como
el manejo de un halo mágico, un aura fantasmal, o un algo denominado karma, u
otra cosa con la cual debes estar conectado.
Yo desdeño todos estos artilugios, que para
mí son trucos y elucubraciones para enganchar curiosos e incautos lectores, y
digo que el éxito no tiene nada de mágico, ni de misterioso, ni de místico. No
es un truco que uno pueda sacar de la galera, no es algo artificioso para
asombrar a alguien.
Todas estas obras de las que estoy hablando
parecen más bien confusas telarañas guiadas por ansias comerciales y por la
apetencia de algunos pesos, más que por el deseo de ayudar sinceramente a las
personas.
Lo cierto es que el éxito no tiene nada de
misterioso, ni de esotérico, ni de mágico, cada ser humano en su propio nivel y
necesidad está capacitado para el éxito, tanto para tenerlo como para
mantenerlo, el poder está en cada persona, es una cualidad humana natural.
Otra crítica plausible por hacer está
basada en la costumbre casi general de todos estos autores de confundir,
mezclar o presentar tanto el uno como el otro al éxito y la felicidad,
relacionadas, o como si fueran la misma cosa siendo que son cosas distintas,
pueden estar juntas, es cierto, como una silla puede estar al lado de una mesa,
pero no son la misma cosa.
De manera que si yo estuviera presentando a
los lectores, este pequeño libro que habla sobre el camino al éxito, como un
medio para que sea feliz, me estaría equivocando, pues para ello tendría que
leer otro librito mío que se llama: “Un Secreto que te dejará mudo.”
Capítulo Segundo: Niveles de cambio.
Al comenzar este tema o asunto del éxito,
se hace necesario indagar un poco acerca de su naturaleza, y nos vamos a
encontrar con algunas sorpresas. En primer lugar, si le preguntamos a alguien,
así a boca de jarro, que cosa es el éxito, nos vamos a encontrar con que
existen tantas respuestas diferentes como personas les hayamos preguntado.
Las respuestas van a variar sensiblemente
de acuerdo a la persona, a la situación y perspectiva de cada cual, desde el
que opina que el éxito es cuestión de suerte, hasta el que lo atribuye a un
heroico esfuerzo. Es muy difícil llegar a una respuesta unívoca que los
conforme a todos de buenas a primeras.
Sin embargo, en el contexto o repaso de
todas estas indagaciones, nos vamos a encontrar con un elemento que, de una
manera u otra, aparece en casi todas las respuestas que le han dado a esta
notable pregunta, y ese elemento común es el
cambio. Básicamente para todas las personas tener éxito tiene que ver
con cambiar.
La nota de CAMBIO, se presenta siempre,
variando el qué, el cómo, el cuándo y el donde e incluso el porqué, pero queda
clara e ineludible la idea de que cuando hablamos de éxito, hablamos de
cambiar. Desde ya, que hablamos de un cambio positivo, pero eso va a quedar
sentado poco más allá en este escrito.
Por esto, antes de entrar de lleno en el
tema del éxito nos vamos a explayar un poquito con el tema del cambio.
Digamos que el cambio es aquel fenómeno por
el cual una cosa se actualiza en una forma distinta a la que tenía
anteriormente, o que, lo ulterior de un cambio no es como lo anterior, ha
habido una trans-mutación, una trans-formación.
Digamos que un cambio puede señalarse con
vectores o flechitas, porque, en todo cambio, lo esencial, la identidad de la
cosa, ser o persona es la misma, pero algunos de sus atributos son distintos,
digamos que lo que desaparece no es la esencia de la cosa, lo que la hace ser
lo que es, sino una parte, que puede ser importante o no, pero no es ella
misma, no es ella toda.
Un cambio total sería como la desaparición
o la muerte de una cosa, el cambio del que hablamos retiene la identidad o la
esencia de la persona, el ser o la cosa de la cual hablamos y cambian otras cosas.
Es sabido, por cuestión de sentido común
que los cambios pueden ser, desde una perspectiva humana, valorables como buenos o malos, positivos o negativos,
pero desde un punto de vista humano, porque desde un punto de vista natural los
cambios son solo cosas que pasan, son hechos, como una lluvia o un día de sol. El éxito entonces, hasta aquí, es
un cambio, pero no cualquier cambio, sino uno que es valorado como beneficioso
y positivo.
Todavía podemos explayarnos un poquito más
en el tema del cambio y decir que hay varios niveles de cambio, tenemos los
cambios naturales que sufren las cosas por causas externas, y que afectan a
todas las cosas, como las lluvias, los terremotos, y otros fenómenos de la
naturaleza.
Otro tipo de cambio es el que sucede por
causas internas de la cosa, esto es algo que pasa con los seres vivos cuyos
metabolismos producen cambios, como el desarrollo, el crecimiento, la
reproducción, esto es lo que pasa con el mundo vegetal y animal, al cual
también pertenecemos los hombres.
Finalmente, para no ser tan puntillosos, en
la cima de los cambios internos se da esa clase de cambios de los seres que
tienen raciocinio, libertad y voluntad para elegir y decidir lo que quieren
hacer, decisiones que son causas voluntarias y producen cambios voluntarios
queridos y decididos por el agente que lo realiza y de cuyas consecuencias va a
disfrutar beneficios o padecer perjuicios.
Esta clase de cambios, es el tipo de
cambios de cuya naturaleza participa el que llamamos éxito, es un cambio
querido, posible y decidido, por y para el ser humano, que goza del atributo de
ser su propio agente, es decir que puede tomar decisiones con razón, libertad y
voluntad.
Capítulo Tercero: Cambios futuros.
Pero la persona, el ser humano, puede
hablar de los cambios voluntarios de más de una manera: como un suceso actual,
como un suceso pasado o como un suceso futuro, y en todos estos casos, el
cambio que llamamos éxito tiene que ver solo con el presente y con el futuro,
precisamente porque el pasado es imposible de cambiar.
De manera que si vas al éxito en tu camino,
una vez que lo hayas determinado, no mires atrás. El futuro es el mapa donde
nosotros planeamos el éxito, lo planeamos, lo decidimos y paso a paso lo
traemos al presente, para luego contemplar los logros con satisfacción y
orgullo.
El hecho de que tengamos la capacidad de
establecer y decidir lo que va a ser nuestro futuro, hasta donde la naturaleza
humana y terrena nos lo permite, es por sí mismo sorprendente, y que lo podamos
hacer con autonomía, libertad y raciocinio, lo es más aún.
Somos la única especie que lo hace
culturalmente, al menos en este planeta, hasta ahora. Pero todavía en todo lo
que hacemos existe una cualidad mejor y mayor que la anterior, aunque se basa
en ella, que impregna todo lo que hacemos, lo demarca y lo limita y al mismo
tiempo le da un toque majestuoso, ennoblecedor, y este hecho es el de la
valoración,
¿Por qué el ser humano hace las cosas de
una manera y no de otra? ¿Por qué no hace las cosas de la manera que el ciego
instinto se lo determina, sino que a veces va contra él? ¿Por qué elige la libertad antes que la comodidad?
El hombre juzga y valora, por eso su futuro
no es como lo determinan las fuerzas de la naturaleza, sino el resultado del hombre
interactuando con ella. Es cierto que a veces la naturaleza le supera, le
desafía, le diezma, le destruye, pero también es cierto que el acciona, lucha y
se enfrenta con ella para evitarlo,
¿Por qué simplemente no huye como lo haría
cualquier otra especie capaz de desplazarse?
El futuro del hombre es una página en
blanco que solo se llena cuando él toma decisiones y actúa. El hombre actúa
cuando elige entre opciones posibles de acción aquella que él prefiere porque
le parece de más valor, y la valoración que hace surge de una operación
interior suya, no exterior.
Tal vez acude a sus experiencias
anteriores, a sus miedos, a sus sentimientos, o a lo que usualmente está
acostumbrado a hacer, o no. En esa capacidad que se patenta en las palabras: “o
no” del último párrafo, yace la clave que ha determinado la existencia de toda
nuestras civilizaciones, en todos los tiempos.
El destino de todas las familias, pueblos y
naciones que han existido en la Tierra, y el futuro de todas las que existen en
la actualidad. Y el futuro de toda persona que tiene la capacidad de actuar por
sí misma.
Capítulo Cuarto: Un mar compuesto.
¿Quiénes pueden tener éxito, entonces? Todo
el que tiene la capacidad de decidir con libertad, razón y voluntad. Ellos
pueden saborear el éxito en todas las nutridas y relevante gama de sabores en
que se les presente, o fracasar, pero como veremos, más adelante, que el fracaso
es en realidad un componente más, y creería, muy necesario, del éxito.
Bueno, es un poco la respuesta a la
pregunta que seguramente se estaba pergeñando en la mente del lector: ¿Por qué
si todos pueden tener éxito, hay tantos que fracasan?
Pasando por alto el hecho de que hay
quienes nunca lo intentan, debemos entender que todos vivimos inmersos en medio
del éxito y del fracaso el cual transitamos por el camino del acierto y del
error.
Tenemos un tema importante en dilucidar
cuál sea el proceso del éxito, en el cual nos adentramos en los siguientes
capítulos, pero debemos tener previamente claro, que el fracaso es una
vicisitud normal, en el camino del éxito, del cual se pueden aprender
muchísimas lecciones, hasta el punto de que no deberíamos llamarlos
puntualmente fracasos, en la mayoría de los casos son oportunidades de refinar
nuestros pasos al éxito y reaprender nuestras conductas.
Enfáticamente digamos que la razón básica
por la cual muchos no tienen éxito, y esta es mi firme opinión, es que no saben
que pueden tenerlo.
El éxito es libre y accesible para todos.
Hubo ciertas épocas oscuras en las cuales,
cambiar era casi un delito, uno no podía cambiar de profesión, o de partido
político, o de religión sin generar una censura social muy grande y señalada.
Hoy nos percatamos de que esto no puede ser
así, la razón, el sentido común, y los criterios actuales han cambiado. Lo
anterior merece un párrafo aclaratorio, porque la mayoría de las personas,
tienen acerca del éxito, una idea formada por adoctrinamientos equivocados, los
que les hacen pensar que el éxito es algo difícil, misterioso y lejano. Casi
prohibido.
Nada más lejos de la realidad. Lo cierto es
que los seres humanos navegamos diariamente por un mar compuesto de éxitos y de
fracasos, y gran parte de ese derrotero, la gente lo hace sin darse cuenta de
ello, pero, puestos a pensar, veamos este detalle que sigue.
No importa que no hagamos nada, los cambios
igual van a venir, los días y las noches van a seguir pasando, y con el pasar
de ellos se van a ir los años, y vamos a cambiar igual, envejeciendo, aunque no
hagamos nada, vamos a envejecer y entonces tal vez nos lamentemos por no haber
sido un poco más decididos y diligentes, o digamos, activos, antes.
Es mejor hacer las cosas por libertad y
decisión, buscar los cambios, luchar contra los cambios perjudiciales que nos
depara el día a día, que dejar venir la vejez y la muerte sin hacer nada.
El gestionar diario de la vida, el hacer
trámites todos los días, el manejar y administrar las cosas lo mejor posible
diariamente, evidentemente forman parte del éxito de una persona.
Vivir un día provechoso es un éxito. Terminar
un año mejor de cómo se lo empezó o con las metas propuestas cumplidas también.
Yo sé porque lo digo. Vivir nuestras vidas ordinariamente cotidianas, es un
éxito tan común que no lo notamos. Hoy aprenderemos a vivir vidas
extraordinarias, para tener éxitos extraordinarios.
Capitulo Quinto: Necesidad.
El simple y verdadero camino del éxito
comienza con una toma de conciencia de que necesitamos cambiar, luego, y solo
luego de esto el éxito será posible. Algunos han dicho, han escrito y afirmado,
que es básico tener capacidad, posibilidad, etc, etc, etc, y me parece
lamentable que se publiquen tantas elucubraciones falsas que no sé a quienes
beneficia.
Yo sigo pensando que lo esencial es la
necesidad y creo que con lo que sigue, voy a demostrarlo. Tal vez el ejemplo
sea un poco extremoso, pero con serlo se logra ver que es evidente e irrefutable,
y son ejemplos reales. Tomemos el caso del habla, el cual es una capacidad del
ser humano, que las personas desarrollamos porque, tenemos cuerdas vocales,
dirán algunos, y yo les diré que no, sino que lo que tenemos es la necesidad de
comunicarnos.
Tanto es así que, los que no pueden hablar,
los que son mudos, igual van a aprender a hablar, con las manos, o de alguna
otra manera, van a comunicarse, y ¡vaya que lo hacen! Lo mismo pasa con los no
videntes, que no tienen la capacidad de ver, pero como seres humanos que son,
siguen teniendo la necesidad de leer, estudiar e informarse. Por esta necesidad
de “ver”, con un poco de entrenamiento convierten sus manos en verdaderos ojos
para leer, estudiar y andar cotidianamente.
Tenía un amigo ciego que era una luz para
los billetes, le dábamos fajos mezclados de toda clase de billetes para
probarlo y él en pocos segundos los ordenaba de a cinco, de a diez, de a
cincuenta según su valor, en esto era más rápido que los que podíamos ver. A
veces cuando comíamos me pedía que le alcanzara una servilleta, para gastarle
una broma yo le decía: Bueno y le ponía un billete de cualquier valor en la
mano. De inmediato reconocía el billete y nos decía su valor, nuestro exitoso
amigo ciego.
La necesidad de un cambio es crucial para
comenzar nuestro camino del éxito, si se tiene la necesidad, en el noventa y
nueve por ciento de los casos, el hombre o la mujer lo logrará, aunque parezca
imposible. La necesidad, no siempre es una necesidad material, una necesidad
tangible, también puede ser una necesidad espiritual, social o emocional.
Como cuando un amigo mío, un ignoto
compañero de oficina de gruesos anteojos, cumpliendo una necesidad emocional,
tal vez, un intenso deseo, participó en un concurso de tangos, una faceta
desconocida de su vida para nosotros, pero decidimos concurrir y apoyarle. Fue
una sorpresa para nosotros, y, ¿por qué no? un orgullo descubrir su bella voz y
verlo ganar el segundo lugar.
Pero, ¿Cómo y cuándo se toma conciencia de
que tenemos necesidad de cambiar? Aquí
también hay claras e inequívocas respuestas, así como los niños aprenden de sus
errores y a medida que asimilan información nueva respecto de tantas cosas, van
refinando sus actividades, así también somos nosotros, y no podemos evitarlo.
Somos hijos del aprendizaje. Llegando a la conclusión de que el adulto es un
niño grande y tan sólo, tal vez, con un poco más de experiencia.
Nosotros también cambiamos y nos
readaptamos a medida que recibimos mayor información, más luz, como los niños, es
el conocimiento, la información, el aprendizaje, el que nos muestra nuestros
errores actuales y las mejoras que son
posibles. De la misma manera que la luz ilumina una habitación, el
conocimiento, la información y el aprendizaje ilumina nuestro interior. El
conocimiento de nuevas verdades nos hace libres de viejos errores.
Tan solo con que los veamos como cambios
necesarios y posibles, y más, si sabemos que los cambios van a venir igual, por
tanto, que mejor que sean cambios dirigidos por nosotros mismos y no que ellos
vengan al arrullo del azar y de la suerte, que a veces no es tan buenito. El
despertar a la necesidad de un cambio, aparece a nuestros ojos como un desafío,
como un reto, aparece como un objetivo posible, como una meta lejana, pero
accesible.
La comunidad, el amigo, el compañero de
trabajo lo ve como una embestida contra la fatalidad del destino de nuestra
vida, como el intento de una hazaña, como un heroísmo. De manera que el camino
del éxito, tiene esto también de beneficioso, que es un buen ejemplo y un
aliciente para las demás personas a nuestro alrededor.
Capítulo Sexto: Así como somos.
En realidad todos podemos tener éxito, y
más aún, lo tenemos, en cierta medida, al salir adelante del trajín de cada día
en la vida cotidiana, llevando encima el peso de una empresa, un trabajo o una
familia o las tres cosas. En este mundo de sobresaltos y conflictos,
fatalidades y sorpresas, todos los que vivimos, somos hasta cierto punto los
triunfadores, los sobrevivientes de este siglo y de esta hora.
Pero a veces tenemos una nueva visión,
percibimos y oteamos una nueva realidad posible para nosotros, con la nueva
información que adquirimos, se “aparecen” sueños, metas y expectativas que
antes no habíamos sentido, y debemos decidir a quedarnos como estamos o a
intentar aquello que soñamos.
Vamos a buscar lo mejor, aspirar a más,
algo más bueno que lo que ahora tenemos y que lo que ahora somos. Estas
visiones, retos, desafíos, metas expectativas e ilusiones, o como queramos
llamarles, a través de las respuestas que les damos, van a determinar la clase
de persona que somos. Según la actitud con la que ante ella reaccionamos.
¿Han visto en el verano, cuando empiezan
las lluvias torrenciales luego de esos días de calor? Presten atención a este
ejemplo. Yo y muchas otras personas nos guarecíamos en la parada del autobús,
del aguacero, buscando no mojarnos, o mojarnos lo menos posible. Los chicos de
la escuela, los jóvenes de secundaria, y primaria que también esperaban, en
cambio se metieron alegres en medio de la tormenta y dejaron que esta les
mojara con algarabía, la verdad es que se les envidiaba esa alegría.
Ellos eran jóvenes alegres que querían o a
los que no les importaba mojarse, nosotros éramos adultos cascarrabias molestos
por, al menos, el horario de la lluvia. ¡Que distinta actitud!
De la misma manera las cosas que pasan nos
muestran como somos, si somos alegres y joviales, aún las cosas tristes las
afrontaremos de esa manera. Y si somos parcos y huraños, difícil que salgamos a
gritar de alegría aunque ganemos la lotería. No debemos pensar que, cuando
tengamos éxito seremos alegres y joviales, no será así, a menos que la meta sea
lograr ese cambio. ¿Con qué actitud afrontamos nuestros desafíos? Pues, lo
hacemos como somos.
A ver, en primer lugar podemos eludir el
desafío, no aceptar el reto, acomodándonos de algún modo a nuestra situación de
necesidad o carencia. O todo lo contrario, podemos aceptar el reto y librar la
batalla y la lucha para lograr ese premio al esfuerzo que es el éxito. Podemos hacerlo en soledad, si tenemos una
personalidad solitaria, o hacerlo en grupo, si somos sociables y ejercitamos un
don de gentes. En fin.
Según la decisión y la actitud que
adoptemos, así somos, parte de un mundo dinámico, que se arriesga y busca el
progreso. O parte de un mundo plácido y gentil que prefiere el sosiego. Ninguno
de los dos es un fracaso, ni el uno ni el otro, los dos grupos coexisten y se
autodefinen entre sí y yo les voy a mostrar cómo. Ni una ni otra actitud es un
fracaso o un éxito en sí mismo, sino que el uno es el complemento del otro.
Una persona tranquila no tiene por qué
avergonzarse, más bien debemos recordar y comparar con las batallas de las
ciencias estratégicas militares, y recordar que en toda batalla existe una
parte del ejército que lucha. Y una parte que no participa del combate, sino
que se hace cargo de cuidar el bagaje, las vituallas, los víveres, en el
campamento, esto es muy importante, a veces decisivo.
En un torneo, son más los que no participan
de él que los que participan, no podría haber torneo si fuera de otro
modo, son más necesarios el público, los
jueces, los entrenadores, los utileros y los preparadores, que los participantes
del torneo en sí.
Ellos, cada uno, participan pero de otro
modo. De otro modo, ésa es la clave, todos triunfan en lo suyo, y coexisten e
interactúan juntos. Darse cuenta de la necesidad de un cambio, es la generadora
de las ideas y las acciones que nos llevarán al éxito. Y todos tenemos un campo
específico, un lugar en la comunidad y una oportunidad para tener éxito, y así
sentirnos realizados y satisfechos con nosotros mismos. El éxito es posible
para todos y para cada uno.
Capitulo Séptimo: Ver lo que aún no es.
Una vez que tenemos conciencia de nuestra
necesidad de cambiar, ¿qué sigue en el camino del éxito? ¿Cuál es el paso
siguiente? Aunque parezca un poco abstracto, un poco idealista en mi afirmación
el paso que sigue consiste en tener fe.
Debemos tener fe de que podemos conseguir lo
que nos proponemos, fe, confianza y segura esperanza, y esta no es una actitud
mística o religiosa, aunque lo parezca, esto es algo parecido, pero más claro,
directo y efectivo.
La fe, concebida religiosamente, según los
pastores y los clérigos es la certeza en cosas que no se pueden ver pero que
uno sabe que son verdaderas, podríamos citar párrafos, autores, de varios
libros sagrados de diferentes sectas y denominaciones, pero no hace falta que
seamos en este caso tan puntillosos en
lo que a doctrinas se refiere.
Nuestro tema es el de la fe activa no la fe
religiosa, aunque para ambos casos sirva la misma definición, digamos que así
como las cosas espirituales parecen responder a la fe, las cosas materiales
responden a ella rigurosamente. Pero no necesito dejar este tema en la
ambigüedad, puedo dar más y muchos más ejemplos de cómo ejercitamos y podemos
ejercitar la fe práctica cada día, por ejemplo.
Nosotros nunca vimos ni conversamos con
nuestros antepasados, tan solo tenemos fe de que existieron, igual que la
historia, con sus indicios y sus restos, nosotros los interpretamos de una
manera y tenemos fe que no estamos tan alejados de la verdad real. De la misma
manera que sé que hay o hubo un relojero, por el solo hecho o signo de que
existe un reloj, sé que hay un creador porque existe lo creado,
Un agricultor siembra, sin poder ver, ni
oler, ni sentir lo que va a cosechar, sabe que es verdadera la cosecha por más
que no la pueda ver. Por lo contingente de la vida, tiene tan solo una
esperanza de que el día de la siega va a llegar, por eso siembra, sin esa fe, o
esperanza no lo haría.
Una persona ve partir un barco en el
puerto, el barco se va hasta desaparecer en el horizonte y por más que no lo
pueda ver, sabe que hay un barco navegando por allá. Una persona que va a
emprender un viaje lo hace porque tiene fe, confianza, convicción y certeza de
que va a poder llegar a su destino, por esa convicción viaja y si no la
tuviera, no lo haría.
Un empleado tiene fe en su patrón, un
enfermo, en su doctor, un creyente en Dios, tal vez un rico en su dinero y en
sus posesiones, mis clientes en mí como abogado. Tan solo la convicción y la fe
nos va demostrando en que o en quien vale la pena creer, pero esa fe debe
existir, o ni siquiera empezaríamos a
andar.
A la mañana nadie se levantaría si no
supiera que va a volver a acostarse luego de una jornada satisfactoria. Nadie
daría un paso afuera de la cama si supiera, pensara o tuviera la convicción de
que al hacerlo caería a un pozo, o la seguridad de que algo malo le va a
ocurrir. Todos damos un paso, porque tenemos fe de que podremos dar el
siguiente, y respiramos porque pensamos que podremos seguirlo haciendo.
Todo lo que hacemos es vindicado por la
convicción de nuestra fe en acción. Puesto que el éxito es un cambio positivo,
tenemos que tener fe. Así que, luego de evaluar y decidir que necesitamos hacer
un cambio y que hacer ese cambio, es
posible, tener fe es el paso que sigue.
Capitulo Octavo: Ver más allá.
No quisiera gastar muchas palabras con este
tema de creer y tener fe, pero aún me va a ser necesario explayarme un poco más
en este tema, porque lleva implícitos en él ciertos puntos importantes que
debemos considerar. Me voy a valer de algunos ejemplos.
¿Recuerdan ustedes a Cristóbal Colón?, era
un hombre con fe, noten que no digo que era un hombre de fe, lo cual tendría
una connotación religiosa, era un hombre con fe. Una vez que el sentido común
de marino le hizo entender, casi intuitivamente que realmente la Tierra era
redonda y que se podía llegar, por lo tanto a un mismo lugar de la Tierra por
dos caminos…opuestos, era su convicción
y anduvo mucho para poder demostrarlo. ¿Se imaginan ustedes? que tras fracasar
en Génova y en Portugal podría haberse desanimado, es decir, una persona sin convicción
se hubiera desanimado. Pero, esa es la diferencia, la que hace la historia y el
éxito, cualquiera hubiera pensado para sí mismo: “bueno, si estos dos poderosos
reinos me negaron su ayuda, ¿Qué puedo esperar de los Reyes de dos reinos más,
como son Castilla y Aragón?”. Pero me
imagino que la fe de Colón era tan simple como la mía y pensó que lo peor que
podía pasar era que le digan que no.
Si estudian un poco de historia verán que
por esta época Colón no era el único en creer en la esfericidad de la tierra,
muchos otros ya lo creían, era una especie de secreto científico avanzado y no
corroborado. Pero él fue el primero que se propuso demostrar lo que le parecía
evidente, y por ello, es histórico lo que logró y lo que no logró y todo lo
demás. A causa de que él tuvo esa fe el mundo cambió y hoy no sería igual, si
no hubiera existido él. Hoy pasa exactamente lo mismo y rigen los mismos
principios de fe para el éxito, todos podemos tener un sueño, una visión, un
deseo, una expectativa.
Pero hasta que no le apliquemos el poder de
la fe, la convicción y la confianza, en eso que vemos, aunque nadie más lo pueda
ver de tal manera que ejercitando esa fe con toda nuestra fuerza espiritual y
física, eso, que es solo un sueño, una expectativa, una esperanza, de pronto,
sea una realidad. Repito, nadie moverá un dedo por una aventura, por una
empresa, por un éxito, si no tiene la fe de que lo podrá lograr. Esa actitud de
fe es esencial para tener éxito.
Si nos ponemos a pensar e hilar fino en
este sentido, nos daremos cuenta que es la fe la que hace aparecer las
cosechas, las ciudades, las casas, la ropa que vestimos, el alimento que
comemos, los puentes, los caminos, las fábricas, los barcos, los aviones, los
satélites y las comunicaciones. Toda la civilización es el fruto de la
operación de la fe práctica de las personas, y las personas son lo más valioso
que tienen las civilizaciones.
De la misma
forma nuestro éxito tendrá que aparecer luego de que tengamos fe y no
antes. Y mientras tengamos vida nuestra existencia puede ser una continuidad de
éxitos, si eso es lo que nos proponemos y deseamos. En realidad, está en muchos
aspectos, en nuestras manos y a nuestro alcance. Y si no, hay que hacer como
Colón y esforzarnos más.
Capitulo
Noveno: Tengo un plan.
Veamos por eso, que cosa hizo Colón, luego
de tener fe. Digamos que luego que tuvo su convicción, elaboró un plan para
conseguir su propósito, necesitaba barcos y muchas otras cosas, en fin,
podríamos decir más de este plan de acción. Pero básicamente nos basta con decir
que era un plan de pasos a seguir, llevado a cabo estrictamente, por un marino
profesional como era Colón.
No
me cabe duda de que, si hubiera sido un banquero, o un político, o un miembro
de la corte real, o un militar lo hubiera hecho de otra manera, pero, elaboró
un plan desde su propia perspectiva de marino. No se imaginan lo importante que
es este detalle para Uds que no pueden ni deben pretender asimilar los planes
de otros exactamente, sino adaptarlos a
su propia realidad, esto no es pecado, ni error, es una necesidad.
Aquí, aparece otra connotación de
importancia, ante la cual tengo que apelar, en parte a la perspicacia del
lector. Leemos y sabemos que, este descubridor, tuvo muchos fracasos, esto es
comprobable históricamente, pero esto no lo desalentó. Quizás hubo en el mundo
otros Colones, que si se desalentaron y por eso el mundo hoy no los conoce,
como hubo muchos pintores que no pintaron, músicos que no compusieron, marinos
que no navegaron.
Pero este marino del cual estamos hablando,
¿Qué hizo después de sus fracasos? Siguió trabajando, trabajando y trabajando,
dejó mucho esfuerzo en el camino, pero sentía que valía la pena y el tiempo le
dio la razón. Remontar el fracaso, es una parte del éxito. En realidad vivimos
inmersos en un océano de éxitos y de fracasos, aunque el mundo solo cuente los
éxitos.
En realidad el éxito y el fracaso coexisten
cotidianamente, el trabajo arduo de cada día nos hace ver momentos buenos y
malos, y cada día remontamos los fracasos. Y en este tema que está lleno de
implicancias personales y sociales, del cual no hemos estudiado aún su
plenitud, debemos entender que vivir es un
éxito de cada día. Y que los éxitos cotidianos, el pequeño éxito de cada
día, es la base sobre la que se fundan los éxitos grandes, en otras palabras,
los éxitos ordinarios del hombre, marcan el camino para los éxitos
extraordinarios.
¿Cuál va a ser el resultado de todo lo
anterior para nosotros?
Pues que nos vamos a sentir legitimados
para buscar la manera, a veces innovadora, un poco transgresora de hacer
realidad nuestro sueño, nuestra visión innovadora o la solución de nuestras
necesidades. Y, dentro de ciertos parámetros sociales marcados por su valor, de
tal modo que a los ojos de algunos apareceremos como ejecutores de una hazaña y
forjadores de un destino, superadores de una realidad. De una manera que, tal
vez, otros no habían visto ni previsto, nuestro éxito será de todos y para
todos, lo cual es el mérito excelso de todos los verdaderos éxitos.
Capitulo Décimo: Un riesgo igual.
Huelga hacer un comentario, por mi parte,
con respecto al éxito y al cambio que significa para una persona, para una
comunidad, familia o grupo, incluso para una nación o un pueblo. Deben saber
que los cambios van a sobrevenir, aunque nadie haga nada, por el solo devenir
del tiempo y por los hechos de la naturaleza, no importa que solo nos
dediquemos a vivir, sin hacer nada significativamente especial.
Igual los cambios van a venir, aunque muy
probablemente no serán para nada los que deseamos. Por eso resulta tan valioso
que nosotros decidamos cuales son los cambios que queremos, aunque al principio
sintamos como el vértigo de que nos lanzamos a la ventura. Esto de pretender un
éxito histórico lo vamos a hacer con el mismo riesgo que todas aquellas cosas que afrontamos cada día,
o sea, cotidianamente.
Pasamos riesgos en el hogar, en el trabajo,
en la calle, no importa si estamos haciendo o no cosas importantes. Corremos
los mismos peligros intentando tener éxito que los que corremos al no intentarlo,
esta es una realidad. Así pues, munidos de esta información nos vamos al paso que será el tercero de este
camino nuestro hacia el éxito. Tal como Colon vamos a elaborar un plan.
Me gusta el tema de Colon, porque por ser
tan conocido, no tengo que explicarlo tanto. Otro ejemplo que me gusta usar es
el del General San Martín. Cuando no lo conocía nadie y tuvo su idea de cruzar
la cordillera con un ejército completo, suerte para él, que una persona
importante le escuchó y le creyó (Pueyrredón). También eran momentos desesperados
en los cuales creo que cualquier iniciativa caía bien. De modo que el destino,
el curso de las cosas, la oportunidad, le permitió desarrollar y cumplir su
idea. Su plan se llevó a cabo.
Pero este ejemplo me sirve para ilustrar el
paso a paso de un plan. San Martín no juntó a la gente y se largó así nomás a
cruzar la cordillera. Sino que preparó su ejército de una manera concienzuda,
tal que ha quedado en la historia de las grandes hazañas militares. Por eso,
cuando nosotros decimos que debemos elaborar un plan, debemos entender que éste
debe ser un nexo real entre el lugar o situación donde estamos y el éxito que
queremos lograr.
En otras palabras, debe ser el camino, debe
ser el puente, entre yo y lo que quiero. Debe ser un plan para cruzar nuestra
propia cordillera, aquella que nos separa de lo que queremos. Aquí, alguno
intentaría dibujarte un puente o un camino o una escalera, pero yo creo que tu
mente es suficientemente despierta y en estas cosas sencillas no necesitas de
esquemas que prefiguren tus soluciones. Y no es mi intención encasillar el tema
en esquemas y moldes.
El paso a paso de un plan es como sigue.
Capitulo decimoprimero: Autonomía y
Autodisciplina
¿Cómo se elabora un plan? Si bien esta
podría ser la parte más complicada y difícil de este libro, me precio de haber
logrado simplificar el asunto, hasta el punto de que me hubiera gustado tenerlo
a mi disposición en mi juventud. Mayores hubieran sido mis logros en muchos
casos.
Existen experiencias ordenadoras y
disciplinadoras en la vida de las personas; familiar y socialmente, en lo
social durante mucho tiempo existió el llamado Servicio Militar, el cual era
obligatorio, que funcionó para muchos como un ordenador de la conducta y la
actitud personal. Un medio para aprender a obedecer, que es un requisito previo
para aprender a mandar, y muchos allí aprendieron a mandar al más difícil
recluta: A nosotros mismos.
Entre los miembros de la fe mormona,
aparece una costumbre religiosa altamente beneficiosa para la autodisciplina de
sus jóvenes, que comúnmente llaman “misión”, la cual consiste en alejar de sus
hogares por dos años de sus vidas a los jóvenes para misionar y predicar la fe
bajo la tutela de su iglesia.
Esta experiencia funciona como un ordenador
de lo que yo llamo la “disciplina personal” que no es otra cosa que la
capacidad de autogobernarse. La capacidad de darse órdenes uno mismo y
respetarse lo suficiente como para cumplirlas.
Esto que digo, parece tan sencillo, y sin
embargo es tan importante y tan difícil, nosotros vemos y conocemos gente
adulta que no tienen el gobierno de sí mismos, y por no tenerlo, padecen vicios,
adicciones y enfermedades.
Muchos por no tener autodisciplina no
terminaron una carrera universitaria, secundaria, o dilapidaron una empresa, o
una herencia, o adquirieron hábitos que terminaron arruinándolos o matándolos
como el juego compulsivo o la adicción al tabaco. ¿Por qué pongo este tema en
el tapete?
Porque para la elaboración y la consecución
de un plan es imprescindible la autonomía y la autodisciplina, estas cualidades
no pueden simularse, no se las puede fingir, no se las puede pedir prestadas,
nadie las puede aprender o esgrimir por otro, son esencial e indubitablemente
personales. ¿Quiénes pueden elaborar y llevar adelante un plan, un proyecto
personal?
Solamente aquellos que poseen autonomía y
autodisciplina, es decir, el gobierno de sí mismos. ¿Qué cosa es la autonomía y
la disciplina? Bueno, la autonomía es la capacidad de imponernos nuestras
propias leyes, nuestras directrices, nosotros mismos, no nuestros padres,
profesores o patrones, pastores, obispos o jefes. La autodisciplina es la
capacidad de poner esas leyes y directrices nuestras en práctica, por nosotros
mismos, sin que algo o alguien nos tenga que obligar o compeler. Evidentemente
son muchos los que gustan de declamar su independencia y su autonomía, pero
cuidado, el que necesita declamarla, es tal vez porque no las tenga.
Muchos se ponderan a sí mismos como
personas autónomas y disciplinadas, pero en momentos de presión y de crisis no
tienen mayor capacidad de acción y decisión que un niño de pocos años. La
madurez de los mayores a veces no es real.
Son funcionales en el ámbito cercano, en su
zona de comodidad, pero en cuanto salen o se alejan de su zona cotidiana
tambalean sus valores y entran en crisis y conmoción. De poco nos servirá
elaborar un plan para el éxito si no tenemos la autonomía y la autodisciplina
necesaria para obligarnos a nosotros mismos a cumplirlo.
Capitulo Decimosegundo: Tiempos, personas y
cosas
Un plan es un proyecto de trabajo, y como
tal trae un resultado previsto al cual llamaremos: fin, objetivo, propósito,
finalidad o meta, da igual, el cual será valioso, o debe serlo para quien lo va
a ejecutar. El fin, objetivo, propósito, finalidad o meta es esencial a un plan
o proyecto, a tal punto que, no puede haber un plan que no lo tenga. Lo que
sigue va a parecer más fácil en cuanto va a ser más práctico.
Nos fijaremos de anotar y proveer las cosas
para nuestro proyecto que están en el espacio, las que ocupan algún lugar. Esto
es, las personas y los recursos materiales que para el proyecto vamos a
necesitar. Así que, las cosas de nuestro proyecto, que están en el espacio, las
vamos a subdividir en dos rubros: personas y cosas. Lo mejor, por supuesto es
anotarlo, primero quienes son las personas que me van a ayudar, o si lo voy a
hacer yo solo, bajo el título de recursos humanos, y bajo el título cosas voy a
enumerar los artículos, herramientas y enseres que voy a usar, incluso el
dinero.
Este pequeño inventario inicial, no tiene
que ser perfecto ni tengo que ser súper puntilloso, solamente un poco
disciplinado, si tengo que cambiar, aumentando o disminuyendo un ítem de cosas
o personas, está bien, es normal hacer ajustes durante todo el proyecto. Tampoco
te voy a encasillar en un esquema para que lo hagas en una libreta, cuaderno,
etc., porque no tiene sentido, cada uno tiene sus maneras de anotar las cosas,
mis hijos usan sus teléfonos celulares o tabletas y nunca se olvidan nada, lo
hacen mejor que yo que tengo una hermosa agenda de cuerito manuscrita.
Luego nos fijaremos de anotar las cosas que
están preferentemente en el tiempo y lo haremos de una manera a la que algunos
no están acostumbrados, como primera columna o dato no irán las cosas, sino los
tiempos, anotaremos la fecha y los horarios en los cuales se desarrollará cada
paso y acción de nuestro proyecto. Esta es la parte más humana del proceso,
puesto que solo las personas pueden operar por su propia decisión y dirección
en el tiempo. O sea, decidir que se va a hacer en cada momento,… y hacerlo.
En columnas, o como dato subsiguiente a la
fecha y hora de cada cosa, anotamos que es lo que se va a hacer, quien lo va a
hacer y qué es lo que se va a usar, paso a paso. Es divertido, si lo miramos
bien, porque nosotros ponemos las reglas. Es como una carrera de tiempo, un
juego de tiempo que nosotros vamos a inventar y dirigir.
Estas son las acciones del proyecto, las
vamos a anotar como si fueran cosas, para ir marcándolas y tachándolas a medida
que las realizamos, pero debemos entender que son acciones, no hay que
comprarlas ni obtenerlas, hay que hacerlas. Esta segunda parte donde distribuimos
acciones en el tiempo, es la más importante.
A través de ellas demarcamos el comienzo y
el fin de nuestro proyecto, y también el paso a paso organizado del mismo. Es
la forma en la cual vamos a traer el proyecto desde la dimensión de nuestra mente
a la realidad. Es el modo en que, a lo que hemos proyectado lo vamos a crear,
lo vamos a hacer aparecer en el mundo real.
Capítulo Decimotercero: Regalarme lo que
quiero.
Hay planes que vienen prácticamente
armados, por ejemplo, un curso de estudio, una carrera universitaria, donde lo
único que se nos requiere es perseverancia y tenacidad, se sigue un plan
prediseñado por una institución facilitadora. Ella dispone los recursos y los
distribuye en el tiempo, lo cual nos permite que, pagando o no, nosotros
creemos un nuevo ser, un abogado, un médico, un ingeniero, un profesor, etc, en
nosotros mismos.
Ellos nos dan un gran servicio, pero, lo
importante, el estudio y el dinero necesario en el tiempo planificado lo
ponemos nosotros. La necesidad de la autodisciplina y la autonomía son claras
en cuanto a que nadie puede, por mucho que nos quiera, estudiar y esforzarse
por nosotros, ni rendir nuestros exámenes o evaluaciones. No se puede simular,
o fingir la autonomía y la autodisciplina.
Cuando no existen instituciones que
faciliten el proyecto, y este queda enteramente a nuestro cargo, Tal como: leer
un libro, o escribirlo. O construir una casa. O fabricar algo. El progreso
temporal de las acciones, la organización de lo que vamos a hacer secuenciadas
en el tiempo, paso a paso, debe ser elaborado por nosotros mismos.
Allí es donde aparece con mayor énfasis, la
capacidad personal de cada uno, y me parece que allí el logro de la meta vale
mucho más. Aquí es donde aparece la necesidad de un programa, una agenda, un
anotador que puede ser manual o electrónico, eso no importa tanto, lo que es
importante es tener un registro donde vamos marcando, tachando o anotando los
progresos que vamos teniendo en el paso a paso de lo que hemos planeado.
Muchas personas son reacias a planificar su
vida, su día a día en una calenda de
acciones o en una agenda, pero igual caen, por fuerza, en la rueda rutinaria
del día y la noche y las cosas que se pueden hacer social o naturalmente en un
momento dado y no en otro. El mundo humano está organizado en horarios, así
como todas las actividades del hombre, así que no se trata de nuestro gusto o
no, el mundo ya está organizado así, lo queramos o no.
De modo que, en nuestro camino al éxito
vamos a manejar una agenda, un programa previo, un calendario o calenda
específico, pero no lo vamos a hacer tan complejo, puesto que a medida que
vamos de proyecto en proyecto, también nos perfeccionamos en esto, es decir, en
la forma de programar, diseñar y controlar los que hacemos.
Normalmente un plan o un proyecto son como
un modo de regalarnos algo que deseamos o queremos, no importa lo que sea, en
el tiempo o en el espacio, ya sea un auto o una vida feliz, es la forma de
ponerlo en nuestro futuro para que nos encontremos con él. Es la forma más humana
y natural de conseguir las cosas. No hay nada de mágico y misterioso aquí.
Digamos que el éxito es elegir algo que se
nos antoja, y el proyecto o plan es como el envoltorio de regalo que le
ponemos, el cual, si se cumple, nos pone, ¡milagro! En el mundo de la realidad,
lo que estaba en el mundo de nuestra mente,…hace realidad lo que soñamos.
Capitulo Decimocuarto: Perro que sale…
Todo esto que te estoy enseñando tiene su
correlato en casos reales que corroboran cual sea el verdadero y simple camino al
éxito. Es un método real y tangible que desde los primeros intentos demuestra
sus bondades, por ejemplo: Un amigo mío, nos sorprendió a propios y extraños,
simplemente dijo que a los veintiún años él iba a comprar su primer auto. Y lo
hizo.
Al cumplir los dieciocho años empezó a
trabajar, lo que hizo fue guardar cada mes la mitad de todo lo que ganaba,
puesto que no tenía gastos u obligaciones, pudo hacerlo disciplinadamente. A
los veintiún años compró su primer auto y lo pagó de contado. Hágase alguno el
diagrama de este sencillo plan y verá que contiene todos los principios del
sistema que en este libro estoy enseñando. Un objetivo, recursos distribuidos
en el espacio y en el tiempo, más la fe y
la autodisciplina.
Otro ejemplo: Un joven vuelve a su ciudad
natal, y además de trabajar, anhela estudiar, pero es abril y las inscripciones
iniciales, que son normalmente en marzo, a los distintos profesorados ya han
pasado, por lo general, la gente común se da por vencida y deja pasar el año,
dándolo por perdido para los estudios. Pero este joven no.
Fue a la escuela más prestigiosa de
enseñanza del magisterio de su ciudad, que era una capital de provincia, y
preguntó el nombre del rector o rectora a fin de cursarle una nota. La persona
que le atendió le preguntó qué era lo que iba a poner en dicha nota, a lo cual
el joven le explico su situación y dilema, por el cual iba a solicitar y rogar
que le aceptaran inscribirle fuera de término.
La persona que le atendió, le dijo que
escribiera la nota en ese momento, aun en forma manuscrita, y que la firmara,
que ella misma se iba a encargar de diligenciarla. El joven así lo hizo, y
volviendo, al día siguiente, encontró que su nota había tenido un resultado
favorable. Más aún, descubrió que la persona que le había atendido era la
propia rectora, y que ella había dispuesto que pudiera concurrir como alumno al
establecimiento mientras hacía los demás trámites de su inscripción, de hecho,
ella misma le llevó y le presentó ante su curso. Nótese acá que la meta del
joven era no perder el año sin estudiar, que pergeñó un plan, el cual se
facilitó, es cierto, pero que, de no haber tenido un plan, ninguna de estas
cosas le hubieran pasado.
Tómese en cuenta para que se sepa que la
oportunidad aparece para el que la está buscando. Mi madre solía decirlo en
forma de refrán: “Perro que sale a la calle, encuentra hueso”.
Capitulo Decimoquinto: Escríbelo todo
ahora.
Un examen es un caso típico en el cual uno
debe brillar con luz propia, no se la puede pedir prestada, ya que nadie puede
estudiar para que sepa otro. Un joven amigo mío preparó su examen así: Puesto
que un examen tiene fecha anticipada tuvo que atenerse a los días que restaban
para su prueba, y, como todos saben, la tensión va creciendo hasta ese momento.
A este joven le restaban exactamente treinta y siete días, y el decidió
premiarse si lo hacía, porque venía coleccionando fracasos en ese sentido.
El decidió gratificarse, solo si tenía
éxito, con diez pesos por cada hora de estudio, a fin de comprarse algo que
siempre había querido, pero otras prioridades
se lo habían impedido. Esto requirió mucho esfuerzo y autodisciplina, y aunque
algunos días no pudo cumplir sus horas de estudio, llego a estudiar hasta diez
horas por día. El resultado fue, que aprobó la materia, porque cuando se
estudia, como el mismo decía “hoy descubrí que cuando se estudia se aprueba”
No solamente obtuvo un respetable siete
como nota, que en los ámbitos universitarios es bastante notable, sino que
aprendió autodisciplina. Además de poder comprar para sí algo que siempre había
deseado. También es destacable este método le sirvió para rendir varios
exámenes más, comenzando una etapa definitoria para su carrera, la cual terminó
en poco tiempo más.
Haga cada uno para sí el programa y la
agenda de este proyecto, y verá cuan útil puede ser para sí mismos. Según mi
criterio personal debe existir un lugar donde quede registrado todas nuestras
metas y nuestros proyectos, nuestros planes y sus expectativas, que no sean
solo nuestros pensamientos. Si lo registramos, en un cuaderno, un diario, una
agenda, un celular o pc o algo similar, por muchas razones existe la
posibilidad de que algún día lo logremos, no importa la difícil o lejano que
parezca, si solamente lo pensamos y no anotamos, lo olvidaremos.
Podríamos comenzar ordenando dos o tres
metas principales que nos proponemos hacer durante este año, al principio, solo
los títulos, en un segundo momento, distribuirlo a lo largo del calendario del
año, indicando el momento en que nos proponemos empezar con cada uno. Anotaremos
las personas que pueden ayudarnos, el modo y la categoría en que podrán
hacerlo, y las cosas que utilizaremos y el modo de tenerlas listas, es decir
cuando las compraremos y acopiaremos para tenerlas disponibles cuando nos toque
comenzar. Todos estos son recursos que están en el espacio, las personas y las
cosas, y lo mejor será que toda esta parte del plan la pongamos por escrito.
Capitulo Decimosexto: La teoría de la
compensación.
Ahora dando un salto en esta secuencia
discursiva, voy a hablar de una teoría que se llama “teoría de la
compensación”, la cual muchos no consiguen al principio relacionar con el tema
del cual estamos hablando, pero que en realidad forma parte de nuestro simple y
verdadero camino al éxito.
Pero esta teoría requiere que primero la
comprendamos, para ello voy a citar casos muy ilustrativos, y luego mostrar
como esto se relaciona con nuestros tópicos. El primero de ellos me viene de mi
experiencia religiosa, como todos saben en casi todas las iglesias las
reuniones son dominicales y las usuales, con administración de sacramentos
suelen ser largas y ceremoniosas, destacables por su reverencia y silencio.
A veces concurren familias con niños
pequeños, que sufren el problema de que sus hijos se impacientan y alborotan,
no solo abochornan a sus madres, sino que quiebran la solemnidad del momento
sacramental o la predicación. Algunos líderes de avezada experiencia, tienen la
costumbre de estar preparados para estas ocasiones, ellos se acercan a la madre,
y le preguntan si le permitirían convidarle un dulce al niño en cuestión o
niños. Normalmente las madres agradecidas aceptan.
Los hermanos suelen dar a los niños un
dulce, alfajor o galletitas tan grande, lo sé por experiencia, que terminan con
el problema durante el resto de toda la reunión. Esta es la demostración de la
teoría de la compensación, el niño, en realidad ya está haciendo un esfuerzo
para estarse quieto en una reunión que todavía no comprende. Lo compensamos con
algo agradable y con el tiempo recuerda con alegría esos momentos, y al crecer,
con orgullo, alude a que ya es más grande y no necesita de estas cosas para
estarse quieto.
La teoría de la compensación también,
brilla en las escuelas, una maestra me lo contó, y yo, autorizado por ella, lo
comparto con ustedes. Ella me contó que los alumnos de un grado de primaria
bastante alto, en determinada época del año, no se esforzaban en terminar sus
evaluaciones escritas. Al toque de timbre las entregaban sin completar, sin
darle importancia al reprobado, al aplazo, o al no satisfactorio que pudiera
resultar de su calificación.
Cansada de renegar con esta cuestión,
decidió aplicar con ellos la teoría de la compensación. Lo hizo de esta manera,
mostró a los chicos una caja de alfajores, e hizo ver uno o dos de ellos con
sus papeles brillantes plateados y rosados y amarillos. Yo no sé por qué, los chicos ven las cosas en
las manos de los maestros, más grandes y más bellos que lo que es en realidad,
pues estos eran alfajores comunes y baratos que también compraban en el kiosco
de la escuela.
Pero cuando ella les dijo que solo sería
acreedor a un alfajor aquel que entregase la prueba escrita completa, estalló
en el aula un frenesí, por aquél alfajor.
Muchos terminaron antes que el recreo y se fueron cada uno con su
alfajor, a otros no les importó el recreo y se quedaron hasta terminar. ¿Por
qué hicieron esto los chicos? Estoy seguro que muy poco le interesaron las
futuras calificaciones, la calificación era un después, en cambio el alfajor es
un ahora. Esto hace una gran diferencia, la otra diferencia es que es mejor
merecer algo, y es mucho más agradable, que tener dinero para comprarlo. ¡No
hay cosa más satisfactoria que sentir que uno merece algo! Espero que vayan
armando esta teoría y tal vez ya la van a ir relacionando en sus mentes con el
tema de un proyecto de éxito.
Capítulo Decimoséptimo: Compensar,
incentivar.
Un empleador tenía un problema con la cocina
y el baño de sus empleados. A pesar de que él pagaba una limpieza de estos
ambientes todas las semanas, esta no duraba mucho tiempo, los muchachos de la
empresa la daban vuelta en un rato. Y aunque el taller y el despacho
funcionaban en forma perfecta, la cocina y el baño parecían la continuación del
callejón de la parte de atrás del establecimiento. Mi amigo el empleador
decidió aplicar la teoría de la compensación, colocó un cartel que decía: “Si
la cocina y el baño permanecen limpios y ordenados cada día de la semana, los
operarios tendrán salida quince minutos antes
de las dieciocho horas.” Así funciona, pues la teoría de la
compensación, la base está en estos tres elementos, autoridad, mérito y ahora,
o sea no tener que esperar. La teoría de la compensación dice básicamente que
una persona disfruta mucho más una cosa cuando siente que la merece, y cuando
puede disfrutar del premio de inmediato, mucho más aún.
Parece algo tan simple, pero no lo es, es
una clave para lograr incentivar el logro de muchas cosas buenas, útiles y
necesarias, y para darle una alegría concomitante a tareas que de otro modo se
ven difíciles o molestas. ¿Qué tiene que ver la teoría de la compensación con
nuestro tema del camino al éxito? Es lo que te estarás preguntando seguramente,
aunque algunas mentes avezadas y punzantes ya se lo deben estar imaginando. Yo
les voy a responder esa pregunta con un caso más.
Tengo un amigo, que hace varios años
trabajaba en una empresa y fue enviado a un lugar donde la producción había
bajado. Cuando llegó pudo comprobar que la cosa estaba muy difícil, por muchas
razones y los equipos de trabajo bastante desanimados. Decidió llevar las cosas
al terreno de la teoría de la compensación de la siguiente manera: Era una
tradición de su equipo de trabajo, reunirse al final de la jornada, no en la
oficina sino en un bar muy cómodo y tranquilo.
Allí, luego de presentar cada uno su informe, partir a sus casas.
Allí recibían sus viáticos, y todo el valor
de la merienda, esto era lo mejor, lo costeaba la empresa. Así que, le informó
al grupo, que la próxima sesión de informes, no se haría en ese bar, sino en la
oficina, a menos que hubiera producción de, por lo menos dos de los miembros
del equipo. El reto fue tomado como un desafío por los jóvenes, que a partir de
aquel día no solo a producir, sino a ver quiénes eran los que salvaban primero
cada día. La fórmula era muy sencilla, simplemente llamaban por teléfono a mi
amigo y le decían algo así:
-Hola, José, te esperamos en el bar. Tan
sencillo como fructífero, por supuesto que la producción levantó. El éxito en
abundancia llegó a través de la teoría de la compensación. Cuando tengo un
proyecto y le aplico lo que propicio en este capítulo, aplicando el principio
de que, cuando planeo y me doy órdenes a mí mismo, soy el patrón, el gerente,
el jefe de mi proyecto. Y, cuando obedezco esas instrucciones, soy el operario,
el empleado, el obrero. Puedo, con autodisciplina, aplicar esta teoría a mis
propias actividades y asegurar el éxito más algunas interesantes
compensaciones. Tengo una amiga que aplicó mis ideas con esta variante, dijo:
-Tenía que forzarme a mí misma a estudiar
determinado número de horas, así que me auto establecí un premio, una auto
compensación, si cumplía mis horas de estudio en la semana, saldría los fines
de semana con mi novio, y si no, no. No sé qué valor tiene un novio para una
señorita, pero con esta actitud ganó las dos cosas. Por un lado pudo salir con
su novio, y por el otro aprobó sus exámenes. ¿Quién le dio la orden que
posibilitó esto? Ella misma se la dio. Sorprendente. ¿No?
Capítulo Decimoctavo: Humanizar el plan.
Debemos aprender a combinar nuestros
proyectos, cada una de sus etapas, o la meta final con actividades interesantes
y agradables que sirvan para humanizarlos. A veces tenemos la impresión, la
mala formación o información de que, cuando estamos con un proyecto en
ejecución, debemos hacerlo con los dientes apretados y con una actitud estoica
y espartana.
Pero en muy pocos casos y momentos es así,
si bien el proyecto es el proyecto, no dejamos de vivir por él. No debemos
usarlo para deshumanizarnos. Meterse en un proyecto al cien por ciento de
nuestra vida, sin tener esas horas con actividades agradables que te compensen
y equilibren el esfuerzo y la tensión que le estás poniendo, es una forma de
deshumanizar tu vida. Y terminarás estresado, muchos proyectos mueren sin éxito
por esto.
Por más que, como has leído en los
capítulos anteriores, hacemos un culto de nuestra autonomía y disciplina. Si
obráramos de la manera que el párrafo anterior, o sea, como se dice
vulgarmente, a cara de perro, sería una manera equivocada de entender estas
cualidades. La vida humana no puede encerrarse en parámetros rígidos, porque
ella es esencialmente libre. Necesita actividad creativa, placentera, cómoda y
purificante y todo eso debe formar parte de nuestro camino al éxito.
Cuando iniciamos un proyecto debemos
programar, intercalados en su desarrollo, las actividades placenteras y
relajantes estratégicamente a todo lo largo del proyecto. Ellas van a servir
para distendernos de la tensión que nos cargan las partes más difíciles de un
proyecto. Si estuviéramos en el ambiente escolar les llamaríamos “recreos” y en
términos laborales, “descansos”, estos compensan el esfuerzo y la tensión. Si
el esfuerzo ha sido físico, nos viene bien un relax de lectura, bebidas y
música, si el esfuerzo ha sido intelectual, tal vez lo mejor será un poco de
calistenia o una caminata.
También podemos establecer, especialmente
en los proyectos largos, como pueden ser una carrera universitaria o un
emprendimiento o fábrica, una especie de compensación que yo suelo llamar “premio” que se establecen para cada una de
las etapas principales del proyecto. En los casos de estudio o trabajo
hablaríamos de las vacaciones anuales o semestrales, con paseos, salidas, etc,
Esas cosas que no hacemos porque estamos realizando
el proyecto, o porque aún no lo hemos terminado. En realidad debemos hacerlas,
hasta donde nos sea posible, no podemos usar el proyecto que es libre y
nuestro, como una excusa para deshumanizar nuestra vida con urgencias que no
son necesarias. Por supuesto que para poder hacer estos premios realidad vamos
a tener que hacer previsiones, organizar
nuestros gastos, guardar pesos.
En fin, aprender a manejar lo que ganamos o
lo que nos llega a la mano de la manera que sea, en realidad, nuestro acomodamiento
económico a nuestra realidad económica puede ser nuestro primer proyecto. Aplicando
la teoría de la compensación en nuestros proyectos de éxito, podremos contar al
final de ellos, no solo con el fin del proyecto, sino con todos los premios y los
buenos momentos que a causa de él nosotros mismos nos hayamos dado.
De la misma manera, nuestro sistema de
premios a través de la Teoría de la Compensación puede producir un vuelco en
nuestra manera de vivir cultural y socialmente. Yo sé de muchos que, por
estudiar o trabajar, dejan prácticamente de tener una vida, cultural y socialmente
hablando. Tengo un amigo que es pastor en una iglesia, él trabaja muchas horas,
el resto de las horas las reparte entre su familia y su ministerio. Una vez le
pregunté si su religión le impedía ir al teatro con sus hijos o algo así, me
dijo que no, al contrario, sus líderes lo fomentaban.
Sin embargo, él, por su parte hace muchos
años que no lo hacía, y sus hijos nunca. Como tengo otros amigos que me regalan
entradas para un teatro infantil, le regalé algunas para que viera con sus
hijos, “Las aventuras de Gulliver”. Sé por experiencia que, una obra teatral en
una versión local, es muy distinta a
leerla o verla en una película o en la televisión.
Otro amigo, estudiante universitario, de
otra provincia, había conseguido un trabajo y en conjunto con el estudio,
consumían todo su tiempo. Estaba desanimado, cansado y para colmo, acababa de
reprobar un examen. Fuimos a comer a un restaurante y charlamos, le pregunté si
había ido al cine últimamente, o a la cancha, o algo así, algo que no tuviera
nada que ver con sus estudios o su trabajo. Le dije algo así: “Chango, eso es
lo que vos necesitas urgente, antes del próximo examen, tomate uno o dos días para
vos y después me contás”.
Me llamó luego, para decirme que había
aprobado el examen. Aplicando mi consejo, había descansado del estudio algunos
días, y eso le había devuelto la tranquilidad, con la cual hizo frente a un
examen, que esta vez, en lugar de padecer, lo disfrutó. “Sos un sabio” me dijo,
pero yo me reí, y le dije que no era para tanto y que aun cuando no lo creyera,
él me había ayudado también a mí.
Así, las personas, por sus proyectos de
éxito pueden volver a los teatros, a los cines, a los parques, a las reuniones,
a los recitales, a los festivales folklóricos, etc, etc, y no al revés. Y
disfrutar de cosas que son positivas, edificantes, divertidas, gratificantes,
aprovechando momentos que de otro modo los pasaríamos hurañamente metidos en
casa.
Capítulo Decimonoveno: No trabajes solo
Todas estas cosas que embellecen y
humanizan nuestro camino al éxito, todavía presentan un peldaño más que puede
transformar esta aventura hacia el éxito, en algo todavía, más satisfactorio y
bello como es lo que trato en este capítulo. Hemos hablado de la aventura de
emprender un cambio útil y beneficioso, este es un camino, el único verdadero y
simple hacia el éxito, contrario a todo lo que hemos aprendido antes, vemos que
es un camino posible, libre y cercano.
Hemos aprendido que se emprende y no tiene
fin, porque podemos ir de éxito en éxito como de triunfo en triunfo, si seguimos
el paso a paso adecuado. Y que el fracaso no es otra cosa que un aprendizaje
del que podemos remontarnos, de modo que podemos decir que convertimos los
fracasos en éxitos, cuando dejamos que ellos nos enseñen las lecciones que han
venido a darnos. No somos infalibles.
Hemos aprendido que no hace falta que
estoicamente emprendamos nuestros proyectos con los dientes apretados con una
rigidez espartana. A menos que el proyecto lo requiera por su propia
naturaleza, por ejemplo, en una carrera, un deporte, un torneo de lucha o
boxeo. Y que, además, para no convertirnos en autómatas, jalonaremos las etapas
exitosas de nuestros proyectos con actividades agradables, que sirvan para
liberar la tensión y el tedio rutinario, al que nos puede llevar todo proyecto.
Todo esto porque somos seres humanos y no
queremos protagonizar proyectos que sean deshumanizantes, ese rasgo humano y
feliz de nuestros proyectos es muy importante. Hemos aprendido que cuando el
proyecto es de largo plazo debemos combinarlos con varios eventos parciales de
valor para nosotros. Para que no solo nos regalemos el éxito, el resultado del
proyecto, sino además las otras cosas que, como premios y estímulos nos hayamos propuesto.
Por último, como broche de oro de esta
construcción semántica, debo decir que no hace falta que llevemos adelante nuestros
proyectos en soledad. Podemos compartir nuestro camino al éxito, y casi
estaremos obligados a ello, pues casi todos tenemos alrededor personas que
amamos y nos aman, a las cuales les interesa lo que hacemos. A quienes les
puede interesar hacer el trayecto con nosotros o mantenerse a nuestro lado
mientras los llevamos a cabo.
Lo maravilloso de la humanidad es como se
entrelazan las vidas y las experiencias de unos y otros, el roce con otros
seres humanos mejora nuestra performance, perfecciona nuestros esfuerzos. Porque
si hay algo que es mito una ilusión,
un sueño, es ese sueño individualista
que en los siglos pasados enseñaban en las escuelas, de que los hombres
triunfaban solos.
Eso es un cuento, un verso falso, ni San
Martín, ni Cristóbal Colón, ni alguno de los héroes y próceres reales del
pasado, estuvieron solos. Todos tenían padres, madres, esposas, hijos, amigos. Y
tampoco sus triunfos fueron para ellos solos, sino que fueron compartidos por
las personas que amaron y se esforzaron con ellos. Es algo maravilloso
compartir proyectos, y llevarlos a cabo mancomunadamente con otras personas, y
si no al menos compartir los logros con los que queremos.
Es así como los proyectos se convierten en
empresas y alcanzan un vuelo insospechado. A veces una familia, o un grupo de
amigos se juntaron para comentar la necesidad de un cambio en sus vidas, en sus
situaciones, y de pronto descubren que hay algo que pueden hacer juntos, se
animan, se dan valor. Inician una empresa, un emprendimiento, organizan,
planifican y agendan las cosas juntos. Tienen la oportunidad de ayudarse y
corregirse el uno al otro, en un grupo siempre uno anima al que se desanima, y
cuando el principal se cansa, el segundo lo sostiene.
Siempre dos o más pueden más que uno, ven
mejor los problemas y las soluciones, y, si hay laboriosidad y franqueza en
todos y cada uno, los demás defectos y falencias se superan. Siempre procuren
inmiscuir a sus amigos, familiares y sus seres queridos en sus proyectos, si
tienen temor de hacerlo, o les parece inadecuado para ellos, posiblemente lo
será también para ustedes. Cuidado con esto.
Para que no quede en el aire lo anterior,
vamos a dar algunos ejemplos. Nada como ejemplos de la vida real para ilustrar
las cosas. Tengo un amigo, en este caso en una ciudad de la costa, y de esto
hace varios años, el que, en una etapa crítica de su familia, aprendió a
fabricar jabón. Ni lerdo ni perezoso se largó a vender jabones de colores con
formas de animalitos, recuerdo que su esposa los envolvía en celofán. Ella
salía con sus hijos a venderlos en los almacenes y farmacias de la ciudad, como
un adminículo de higiene para niños. Recuerdo que eran lindos jabones, yo los
usé.
Luego, inventó un nuevo champú, y lo
patentó, le puso una linda etiqueta, y con esos productos, empezó una próspera
empresa donde incluso trabajaba su yerno y su hija mayor. La última vez que lo
vi, el hacia la distribución de sus productos en un vehículo con su logo y
tenía una casa enorme de dos pisos. Para un hombre que comenzó en una pequeña
casa prefabricada, no dudo que su empresa era un éxito, seguro lo sigue siendo.
Otro ejemplo lo vi de un grupo de
profesoras y profesores, cansados de la falta de trabajo y de sus bajos
salarios. Se dijeron que, no habiendo en el medio, iban a tener que inventar
sus empleos, sus propias fuentes de trabajo. Hicieron juntos lo que cada uno por
su lado no podía hacer: Alquilaron una casa grande y bien ubicada, y en ella
montaron una escuela, por supuesto privada. Y con las consiguientes luchas
legales para autorizarla, empezó a funcionar. No sé cuánto tiempo tardaron,
pero luego abrieron una escuela secundaria.
Cobraron ánimo e hicieron lo mismo en tres
ciudades, a esta altura de su progreso. La mayoría de los iniciadores de este
emprendimiento fungían como directivos, y los nuevos profesores, eran sus
empleados. También tengo otro amigo, que no armó una empresa con su idea, pero
obtuvo mucho tiempo sus recursos por medio de ella. La idea era tan sencilla,
que cuando la recordaba, me provocaba una sonrisa: El obtuvo un polvillo muy
fino residual, de una fábrica de cal, y como le dijeron que llevara la cantidad
que quisiera, el llevó a su casa cajas y cajas de esa tierra. Por lo que sé, el
mezcló en una proporción que no conozco, ese polvo con algo de jabón en polvo y
lo pesó en bolsitas de kilo y de medio kilo. Le puso una etiqueta donde lo
bautizó con un nombre insólito: “Nuevo
Limpiador Argentino” y daba algunas instrucciones en letra más pequeña de cómo
debía usarse. Y otra vez, esa socia, que nunca debe faltarle a ningún hombre,
su esposa, salía con sus dos niños, como quien pasea, a vender el producto en
muchas partes.
Yo mismo lo probé y les aseguro que era
excelente, pensé que era el inicio de una gran empresa. Pero el, en sus
andanzas de ventas, conoció una persona dueña de un gran comercio y se dedicó a
trabajar para él, su idea le había dado todo lo necesario para vivir y
progresar durante tres años. Además sin ella, nunca hubiera conocido a su
actual empleador, que viendo sus cualidades e inventiva, lo vinculó a sus
negocios. Esto de trabajar en familia y de involucrar en nuestros proyectos a
las personas que amamos es sumamente aconsejable y útil de muchas maneras, en
primer lugar, como medida de cautela:
Si sentimos que no es un proyecto donde
podamos involucrar a las personas que amamos, probablemente tampoco sea
adecuado para nosotros, y este detalle sirve para darnos cuenta de ello. Por
otro lado, el proyecto familiar sirve para enseñar y formar a nuestros hijos en
forma real para la vida real, algo que no se logra en ninguna escuela.
Además toda la familia ve, vivencia de
donde vienen sus recursos y los cuida de otra manera, ¿vieron esos chicos que
no cuidan lo que tienen, tan solo porque no saben lo que cuesta? Algo que he
aprendido a través de mi vida, es que la doctrina de salvarse solo
individualmente, es un mito, nadie se salva solo, dependemos los unos de los
otros, interactuamos beneficiándonos los unos a los otros, o no hay la
comunidad y la sociedad que pensamos es una gran falacia. También el éxito,
como todo lo humano, puede ser individual, pero es mayor y más significativo
cuando puede albergar y alcanzar a todos los que amamos.
Capitulo Vigésimo: El barquito de la vida.
Este es el feliz, simple y verdadero camino
al éxito, el cual no tiene nada de misterioso ni de imposible, es libre para
todos. De modo que si tienes una necesidad, necesitas un cambio en tu vida, un
logro, un sueño, una aspiración que pretendes alcanzar, conviértela en un
proyecto, enlista todo lo necesario para hacerlo, invita a quienes quieras en
tu equipo y con ellos diagrama cada uno de los tiempos y los roles y: ¡Hazlo!
Al mismo tiempo recuerda que la vida es un
barquito que navega por las aguas del éxito y del fracaso, y que el error y el
acierto forman parte de la vida, así que usa tus fracasos y tus errores más
para aprender que para llorar. No importa que tengas que vencer, puede ser
incluso una adicción, una enfermedad, puedes emprender un oficio, una carrera,
un negocio, un emprendimiento, puedes regalarte a ti mismo salud, una casa, un
auto, un título, si tan solo lo conviertes en un proyecto, en un paso a paso
posible.
El hombre está en el mundo para probarse a
sí mismo cual sea la clase de hombre que puede llegar a ser. No encuentra nada
hecho, ni siquiera a sí mismo, debe armar su manera de ser, su mundo, su
universo y aún mientras lo está armando, debe vivir en él. Es como tener que
armar el avión en el que estás volando.
¿Tiene el hombre con que hacerlo? Si, sin
duda, tiene la materia prima y la herramienta más importante y valiosa que hay
en el mundo, que es él mismo. Así la vida es como la aventura y la película que
queremos vivir, podemos imprimirle nuestro sello y estilo, introduciendo a la
realidad las cosas que queremos y soñamos, produciendo los cambios que
necesitamos y deseamos.
Desde ya que, si nos quedamos sosegados y
quietos, los cambios y los riesgos vendrán igualmente, y esos cambios que
vendrán nos manejarán ellos. Por eso al que no hace nada hasta que se le manda,
le llamamos flojo y negligente, por lo tanto el consejo es, lo que quieras ser,
o hacer: ¡Hazlo!
Rodac Ziluben Tucmanaho te invita a leer
sus otros libros de esta trilogía:
“Tiempos de Barro” (Respeta el tiempo) Y “Un Secreto que te dejará mudo”
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